![]() |
De cabeza |
Acabo de asistir a mi propio espejo. He visto lo que yo veo, el mismo dialogo que mantengo desde hace tiempo y con los mismos elementos. Se que he encontrado mi raíz, mejor dicho, he transplantado mi raíz desde un lugar que amo pero que al tiempo rechazo en la propia rabia de su autodestrucción. Y he buscado inconscientemente su espejo, su misma luz y hasta quizá el mismo aroma.
He encontrado el paisaje, reconocido, arropado de roca y roble. Plantada en una nueva tierra de la que ahora soy consciente, que quizá me esperaba, como espera y encuentra a todos aquellos que en ella ven su refugio. Y me han llegado a la memoria las tardes de ladera soleada, brillo de sombras enramadas, susurros de descanso entre fuentes.
Siempre agua, árbol, musgo, flor, que curan con su ritmo el desequilibrio que les acorrala y olvida. Duro origen, una historia en la piedra que se deja recoger, encontrada para alimentar una colección eterna de tropiezos, pero también de transitados caminos, de vidas recorridas.
Colores aire y luz surcan mi cabeza. Cambiantes detalles de un paisaje que nunca es el mismo, envuelto en mareas de aroma y bullicio, serpenteante alrededor de los atrevidos pasos que firmes atraviesan su ser.
Y de nuevo, refugio del bosque, sombras brillantes de movimientos que con la noche en si no tienen rival. Pertenezco a este color que marca mi sentir. Y es por eso que inconsciente lo he buscado y aquí vibro.
